lunes, 11 de julio de 2011

GIRA de Álvaro Tato

Simplificar es profundizar al máximo y bien nos lo recuerda Álvaro Tato (Madrid, 1978) en su último libro de poemas penetrantes titulado GIRA (Ed. Hiperión, Premio Fundación Miguel Hernández-Comunidad Valenciana de poesía 2011).

Desde un lirismo que procede por decantación los mesurados poemas de Álvaro Tato se suceden tal que eslabones de una cadena y, como en un viaje a la esencia, nos invita así, sin más estructura interna que el decurso mismo, a un magnético ejercicio de depuración.

El autor entiende la existencia como movimiento, identificando éste con el verdadero vitalismo, y así lo dice con sutileza en el primer poema titulado Himno. A partir de ahí introduce al lector en diferentes escalas de la gira de su vida, de la vida, a base de anécdotas emocionales, apuntes del natural y diferentes motivos –los cuales aúnan cotidianidad, cosmopolitismo, profundidad y cierto ramalazo de exotismo- a partir de los cuales se va poniendo en pie el templo de esta poesía minimalista colateralmente emparentada con el zen: cada verso un punto de partida para la meditación.

En el avanzar en línea recta o con circunvalaciones de danza que es la vida el poeta, sin deponer su yo, nos hace ver, más allá del lugar común de la existencia como viaje, que fundamentalmente somos viajados: no otra cosa es según él esa perpetua migración que conlleva el existir atentamente, abiertamente, aferrados al misticismo sacro y cotidiano de la poesía.

Como haciendo frente a la dispersión en que se ha convertido hoy la vida la concentración lírica que este libro propone logra metáforas inquietantemente audaces a veces, pero insertas en un flujo de conciencia que procede y se apoya siempre en lo real, sea lo que sea esa indómita fuente de símbolos tan fértil como la imaginación: se apoya en lo real para trascenderlo sin alardes como un José Ángel Valente menos herido de abstracción.

Al tiempo que el poeta va dando cuenta de las modificaciones del ser que le van produciendo las emociones que emanan del devenir, nos propone de ese modo, mediante su poesía sofisticada pero no enjoyada entendida como un acto de desnudez extrema del lenguaje –no hace falta así un confesionalismo subyugador-, volver a un ritmo emocional más acorde con los ciclos naturales y mentales. Es la minuciosidad de la distancia corta. Es la sugerencia que emana de la precisión. Es el regalo de quien trata de apresar el misterio y el encanto de lo que en vano llamamos normalidad, porque, como decíamos al inicio, este poeta sabe y se olvida de que sabe que simplificar es profundizar al máximo.