viernes, 16 de noviembre de 2012

EL RÍO DEL EDÉN de José María Merino

A veces la geografía física de convierte en geografía anímica, emocional y alegórica… Por ejemplo pongamos que un padre de familia acomodado –Daniel- acaba de quedarse viudo de Tere. Pongamos que tienen un hijo con Síndrome de Down, Silvio (que es una conmovedora combinación de ingenuidad, ternura e imaginación) y Daniel y Silvio regresan juntos a un espacio virginal del alto Tajo en el cual hay una idílica laguna; un lugar que visitaron juntos Daniel y Tere hace años en los comienzos torrenciales de su amor. Pongamos que van para depositar allí las cenizas de la finada madre. Que Silvio, cuya discapacidad le hace estar en la realidad de otra manera, porta en las manos la urna con las cenizas de Tere y le va hablando como si ella estuviera viva, como si la urna de las cenizas fuera un recipiente alquímico de presencia eterna, como si la teología materialista fuera verdad, mientras su padre Daniel, que siempre estuvo lejos de ese hijo, va recordando ahora la tormentosa vida matrimonial que vivió con Tere (Daniel ha sido siempre un adúltero compulsivo, un hombre no malvado pero sí débil, y de moral laxa en lo afectivo, cuya vida ha estado marcada por las infidelidades; de hecho es alguien que, aunque inteligente, ha estado atrapado en una maraña psicológica justificativa que no le ha permitido ni culpabilizarse, ni redimirse, ni mejorar). Y pongamos que en tal iniciático viaje a pie la naturaleza se va infiltrando en los ominosos recuerdos de Daniel sobre su vida con Tere (incluyendo las infidelidades recurrentes que desembocan en la traición que a Tere le hace Daniel con su propia hermana, la morbosa, obsesiva y maquiavélica Carla, en la cama matrimonial de Daniel y Tere). Pongamos que igualmente la naturaleza circundante embosca tanto la conversación de Silvio con la urna como el diálogo, siempre repleto de ternura y de una estética naïf, entre Daniel y Silvio… Pero pongamos también que, cuando ya han llegado al río del Edén, de pronto el niño Silvio se pierde en medio de la noche, su padre no lo encuentra por ningún lado, y el viaje al Edén, al paraíso perdido de Milton, se convierte en el descenso a los infiernos de la Divina Comedia de Dante. Oh, pongamos asimismo que en ese momento ocurre algo que moral y emocionalmente lo cambia todo de rumbo; algo fácil de entender pero difícil de olvidar... Ésta es la propuesta argumental de la última novela de José María Merino El río del Edén (Ed. Alfaguara), una ficción atmosférica, conmovedora, inquietante y exenta de moralina de manual –tan frecuente en los abordajes narrativos tanto de la discapacidad, como de la infidelidad-. La narración está escrita con fina mano literaria en una potente, psicoanalítica, segunda persona, e incluye en el retrato externo e interno los sofismas psicológicos de este donjuán intelectual, suburbano y frustrado, incorporando además un conocimiento muy matizado de las sensaciones y los sentimientos humanos… Pero tan protagonista de todo son los personajes como el espacio natural –ya ha venido sucediendo así en otras novelas del autor como La sima y sobre todo en El lugar sin culpa-, lo cual demuestran de modo fehaciente todas esas descripciones de la naturaleza que, insertadas en la acción y evocación, resultan tan bellas como detallistas y propias de un poeta que a la vez es naturalista y panteísta. El río del Edén es una novela que nos hace saber sin decirlo que, ya que la mirada humana siempre tiene algo de proyección, todo paisaje es un paisaje moral. Se trata, esta vez, de una novela realista, algo infrecuente en la trayectoria de ese retratista de lo “raro” y del lado fantástico de lo cotidiano que es JMM. Sin embargo la visión del mundo del niñodown Silvio es fantástica, casi de ciencia ficción, las referencias históricas al traidor Don Julián son alegóricas, la forma que tiene Daniel de reconquistar a Tere empleando la poesía clásica es metaliteraria, y la neurosis autojustificatoria de Daniel, que le lleva a pensar que hay varios Danieles dentro de sí mismo, es una forma de incluir sutilmente el fantástico tema del doble, motivo recurrente en las ficciones y obsesiones del autor (véase a tal efecto su novela La orilla oscura, recientemente reeditada por la editorial Cátedra en una excelente edición crítica que firma Ángeles Encinar)… Sin embargo el punto de giro argumental de El río del Edén llega de pronto para hacernos saber que hay decisiones que no tomas tú, sino que las toman por ti las circunstancias como para intentar redimirte… ¡Y eso le sucederá a Daniel! ¿Por qué? ¿Qué momento catártico e inolvidable que no se esperan ni de coña reunirá emocional y definitivamente a Daniel y Silvio entorno de Tere? Para saberlo tendrán que leer El río del Edén de José María Merino. ¡Les fascinará!

No hay comentarios:

Publicar un comentario