martes, 3 de mayo de 2011

FELIZ AÑO NUEVO de Luis Montero

Dejó escrito Judith Merril que “ciencia ficción es la literatura de la imaginación disciplinada”. En este sentido la ciencia ficción, como género narrativo que gusta de la hibridez tanto como del rigor, posee una amplia gama de alegóricos registros. Estos van desde las distopías, las ucronías, el misticismo tecnológico y los cantares de gesta intergalácticos, a los futuros robóticos de Isaac Asimov y los poéticos de Ray Bradbury pasando por esa ficción filosófica que es espejo o refutación de la soledad del ser humano en el universo –Olaf Stapledon, Arthur C. Clarke, etc- hasta llegar a la ficción anticipatoria pura que deja en cierto modo de lado la especulación científica para centrarse en la intriga y la aventura –Jack Vance, Philip K. Dick, Robert. A. Heinlein, etc-.

Pero, ya que la poesía y el humor son lo más difícil en literatura, en lo que a esas novelas de extrapolación científica se refiere acaso el registro menos ortodoxo y más difícil sea el del humor, el cual cuenta también con perdurables maestros en el arte de narrar como el salvajemente esperpéntico Christopher Moore y el agudamente paródico Fredric Brown.

Precisamente en la línea de UNIVERSO DE LOCOS, obra cumbre de Fredric Brown, se sitúa la segunda novela de Luis Montero (Madrid, 1965): una historia desternillante e ingeniosa titulada FELIZ AÑO NUEVO (Ed. Minotauro).

El protagonista de esta novela es Orión, un eterno tardoadolescente adicto a la comida basura, las bebidas efervescentes y los videojuegos de simulación. Orion es oriundo del planeta Gliese 581 c y, embebido de un irrefrenable impulso de dominación, supuestamente quiere invadir la Tierra en nombre de su civilización, aunque en realidad está compitiendo con otros jugadores –de los planetas vecinos Gliese 581 c, Gliese b y Gliese- igualmente enganchados a eso de conquistar planetas en un videojuego. Su tecnología les permite teletransportarse a diferentes puntos del planeta, los cual realizan siempre desde baños públicos o privados (por la similitud con el habitáculo de teletransporte, ahí es nada). ¡Pero la invasión extraterrestre orquestada de tan escatológico modo sólo acaba de empezar!

OC08/LTb se denomina el superordenador que ayuda a Orión a planificar y desarrollar tal invasión, el cual posee información valiosa sobre el carácter, puntos débiles y fuertes, organización social y económica de los terrícolas… Orion mantiene un diálogo constante con dicho ordenador para pedir instrucciones, aunque la información proporcionada a tal efecto abunda en errores: de hecho, el modismo ¡Feliz Año Nuevo! es usado por Orion como inicio de todas sus conversaciones en nuestro planeta por haber creído el ordenador que ese modismo era una fórmula de cortesía siempre válida...

Pero, como es sabido, la base de todo argumento delirante es la complejidad tan imaginativa como constante. Por eso al Orión original le siguen pronto una larga serie de clones que se desparraman por una desconcertante sucesión de escenarios difíciles de seguir –he aquí el momento en el que esta novela pierde en intensidad y gana en confusión- intentando ganar la partida del videojuego, esto es, intentado conquistar la Tierra –el videojuego propone virtualmente una conquista más sutil que la meramente militar pues todo para los jugadores se basa en la estrategia-. Así, mientras la trama nos lleva de Nueva York a París pasando por Chernobyl y el Vaticano, y mientras se nos presenta vertiginosamente a una serie de personajes secundarios entre los que se cuentan incluso el Papa y Ban Ki-moon, los clones fracasan paulatinamente por uno u otro motivo, dejando así patente la incompletud de la información que transmite el superordenador. Da igual: cada vez más ebrios de competitividad, el único interés de los clones y del propio Orión es ganar el juego....

Pero finalmente se producirá un punto de giro argumental realmente inesperado y revelador. Sí, ¿qué tiene todo lo que les he contado con que Barak Obama comience su discurso de investidura en el año 2008 con la frase ¡Feliz año Nuevo!?

Para saberlo habrán de leer esta absorbente novela cuyo lenguaje coloquial e irreverente, acaso lo más logrado de todo el conjunto, recuerda a las novelas ciberpunk de Wilian Gibson, y cuya frescura especulativa irradia diversión.... ¡No se la pierdan!

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