martes, 3 de mayo de 2011

MIS SERES QUERIDOS de Juan Aparicio-Belmonte

Juan Aparicio-Belmonte (Londres, 1971), novelista digno de figurar en la Antología del Humor Negro de André Breton, comenzó publicando una doblemente premiada novela negra de portentosa estructura con abogados neuróticos, psicoanalistas y sugerentes mujeres detective –se titulaba MALA SUERTE y nos certificaba que la ironía es una mirada inteligente que ilumina el mundo para hacerlo soportable-. Con posterioridad su universo sutilmente crítico se vio intensificado mediante otra novela en clave de comedia delirante –LÓPEZ LÓPEZ-, ambientada esta vez en el turbio mundo del arte contemporáneo. Gran logro muy reconocido por la crítica supuso su tercera novela de prosa vivaz, atmósfera surrealista y sucesivas situaciones desternillantes –EL DISPARATADO CÍRCULO DE LOS PÁJAROS BORRACHOS- y luego, fiel a su virtuosismo irónico, nos propuso otra experiencia divertida y mentalmente estimulante mediante UnNA REVOLUCIÓN PEQUEÑA (Ed. Lengua de Trapo)… ¿Puede este autor aún sorprender a sus lectores? Averiguenlo leyendo su recién publicada MIS SERES QUERIDOS (Ed. Afaguara.

Abraham, un psiquiatra infantil escéptico, aburrido y de vida rutinaria que mantiene una anodina relación afectiva con su ex-mujer y con su hijastro, es el narrador de esta historia urbana, irónica, esperpéntica y postmoderna.

Sin embargo, todo cambia cuando se cruza en su camino cierta joven hermosa llamada Carlota que le pide que trate a su padre, José Luis, tipo maniaco depresivo que asegura tener poderes paranormales.

Abrahán accede y comienza a tratar a José Luis, jubilado que padece fantasías irracionales, pero pronto el terapeuta manifiesta síntomas que hacen ver al lector que quien necesita terapia es él. Les pasa de todo, y dicho psiquiatra se pone seguidamente a dilapidar su patrimonio con el fin de atraer a la hermosa hija de su paciente... En una de las sesiones, para acabar de dejar al lector desorientado total, el anciano le confiesa a ella que dispone de dotes hipnóticas, y, tras hipnotizar al escéptico Abraham, que le pide durante la sesión ser un pirata informático, comienzan a darse ya situaciones que mezclan disparatadamente fantasía y realismo para conformar en conjunto una novela que reactualiza en clave postmoderna el esperpento.

Sin duda la habilidad de este narrador para desdibujarlo todo y convertirlo en paródica crítica revela un virtuosismo difícil de imitar y de olvidar.

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