martes, 3 de mayo de 2011

HABITACIÓN DOBLE de Luis Magrinyà

“Ya no hay historias, las han contado todas” asegura el protagonista de la película Martín hache (de Adolfo Aristaráin), un emocionalmente enfermo director de cine hastiado del oficio de vender ensoñación –magistralmente interpretado por Federico Luppi- que vive de las rentas y rezuma escepticismo.

De esta idea compartida por la teoría literaria postmoderna se deduce que en nuestro tiempo el trabajo del contador de historias que se pretende renovador no se centrará tanto en lo que narra sino en como lo narra, pues es ya ése el ámbito donde reside la originalidad. Sí, todo lo que nos pasa ya ha pasado pero todo lo que ha contado al respecto la ficción puede volver a contarse de otra forma, con otro lenguaje, con otras estrategias, subiéndose a una torre más alta, cambiando la hora del reloj con los dedos, y por eso el inteligentemente subyugante arte de contar historias nunca tendrá fin.

En este orden de cosas la última obra de Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) se titula HABITACIÓN DOBLE, la ha publicado la Editorial Anagrama, posee una prosa de modélica precisión que combina toques de finura irónica con penetrante capacidad analítica de personajes, de situaciones… Y, desde luego, no parece una novela.
En este libro, casi un juego de sutiles simetrías, se engloban varias historias y hasta un ensayo, y sin embargo, en conjunto, me atrevo a afirmar que esto es una novela; una estimulantemente discontinua novela postmoderna sobre esa habitación doble que es hoy el yo, y son hoy las relaciones humanas (Linda Hutcheon, por ejemplo, define la novela posmoderna –en Teoría de la parodia- como “un pastiche a veces discontinuo o intertextual y siempre integrador de una multiplicidad de convenciones de estilos para, apoyándose paródicamente en las formas clásicas, conseguir artefactos narrativos que se erijan en espejo de la interrelacionada pluralidad del mundo”)…

Todo empieza en Madrid con una historia redundantemente protagonizada por una pragmática editora de novelas de éxito que no le gustan, y la trama se centra en las implicaciones derivadas de que esta divorciada editora ha iniciado una relación con cierto muchacho rompedor que canta en un grupo indie, y que por edad podría ser su hijo. Esa editora a su modo neurótica, mientras su pareja está de gira, se enfrenta al inmobiliario trámite de asistir a cómo intentan vender su piso a un juez, departe en comida de negocios con otras dos editoras liberadas, agresivas y repletas de armas secretas a las que la relación de ella con un muchacho las llena de indisimulado morbo, y hasta come en otra semejante ocasión a solas con la madre de su joven pareja –divertido resulta como cuenta esa mujer que ha asistido, por consejo de su hijo, a una sesión de ayahuasca-. Todo para acabar nuestra protagonista –y el lector- dándose cuenta de que la realidad se reduplica a nuestro alrededor, que la realidad es una habitación doble, que hay algo de su ex en el joven cantante con el que sale, y algo del morbo de esas editoras en ella misma, y que incluso la vida de la madre –también divorciada- de su novio se parece demasiado a la suya… Posteriormente otra historia, dividida en dos como todas y todo en este libro, trata sobre el verdadero calado de lo autobiográfico: un electricista con alma de creador de vanguardia, de crucero por el Nilo, acumula trozos de moqueta, piedras y flotadores para crear una instalación sobre su anodina vida. Luego un tenebroso periodista es enviado a Ámsterdam y se cita con un ex novio al que han violado, y un camello en apuros se encuentra mediante una inquietante conspiración del azar con un antiguo amigo, en paro y deprimido… Todo tiene sutilmente mucho que ver con la historia de unos locuaces franceses que van en coche a París hablando del temor a no reconocer a los suicidas... Y, acto seguido, nos encontramos con que un padre ansioso se pregunta por qué le atraen los asesinos en serie, y busca respuestas en las memorias del padre del "Carnicero de Milwaukee".

Cada sucinta e interconectada historia, además, se nos ofrece aquí con claridad pausada e incluyendo incrustadas reflexiones sobre el propio arte de relatar, y sobre como los “personajes” que nos rodean son dobles, o son el mismo repetido con matices, o son reflejos constantes.

Esta psicoanalítica novela, moderna en su estructura y tema aunque narrada con prosa poseedora del regusto de lo clásico, nos deja así mediante sus paralelismos, las abstracciones mentales de sus personajes y esos constantes juegos de simultaneidad, pensando finalmente en si la realidad no será una proyección del yo en vez de esa maniquea bipolaridad entre buenos y malos que nos presentan las manidas historias de acción con final feliz…

Les recomiendo esta novela.

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