martes, 3 de mayo de 2011

SI TE DICEN QUE CAÍ de Juan Marsé

Hay novelas prematuramente clásicas, brújula ética y estética que pone norte a nuestros pasos, cuyo proceso de gestación y visivilización es también una novela, y por eso una edición crítica de las mismas, además de disquisición teórica, tiene algo de complementario relato.

En este sentido, y gracias a la Editorial Cátedra, se reedita ahora SI TE DICEN QUE CAÍ, obra clave en la trayectoria literaria de ese retratista complejo llamado Juan Marsé, y una novela atmosférica e inquietante que, más allá de la lectura social que en su día tuvo, aporta hoy no pocas claves sobre nuestro presente, nuestra censura, la naturaleza de nuestros compromisos y el valor benéfico de la ficción en la desconcertante tarea de vivir.

La modélica edición crítica corre a cargo de Ana Rodríguez Fischer y Marcelino Jiménez León y, aunque hay quien pudiera considerar un exceso de celo filológico el segundo tomo que se incorpora al estuche –incluye éste todas las variantes textuales de las ediciones mexicana y española última, así como una nueva revisión del autor para lo ocasión- uno no puede sino asombrarse ante la aportación definitiva que esta publicación supone en el empeño de que comprendamos como se gestó íntimamente esta novela, cual fue la intencionalidad profunda del autor, cuales sus gallardos avatares frente a la censura del momento y porque no queremos que nada importante borren la intolerancia o la desidia del tiempo.

Auque se trata de una ficción cuyo protagonista primero es el lenguaje, una novela discontinuamente lírica cuyo argumento se desdibuja a veces debido a que el contenido desborda a la forma, resume de modo elocuente el trenzado argumental José María Carandell, citado en el estudio preliminar: “Cuentan la novela una monja y un celador de hospital, desde la actualidad; la cuentan los chicos que a partir de la realidad brutal y vacía que les rodea hilvanan adventis cuanto más imaginarios y absurdos más reales; y los personajes reales de la historia; y Marsé. Es un parloteo múltiple, desde innumerables perspectivas cruzándose, entrecruzándose, desplazándose. El presente y el pasado se anulan, acceden a un plano distinto. La voz única del autor y la lectura de la novela dejan la extraña sensación de los coros”... Todo eso en el marco de un barrio deprimido de Barcelona –que por momentos parece un infierno sin retorno- durante la legalizada barbarie de la posguerra contado con un planteamiento, una estructura y desde una perspectiva que hacen que el texto supere el estricto realismo militante.

El estudio preliminar –que nos dice sin decirlo que todos llevamos un censor dentro- nos hace ver que el autor mantuvo a raya a su censor interior e ignoró al exterior para escribir con nervio, sin concesiones, de modo tal que la obra tuvo que ser publicada en México, y luego fue prohibida y hasta secuestrada su primera edición en España. Nos cita además esa introducción los informes de sucesivos censores oficiales en un audaz trabajo de investigación, y así nos invita indirectamente a reflexionar sobre la propia figura de la censura: el verdadero creador ha de mantener a raya al censor interno antes aún que al censor externo, y haciéndolo así el acto de sortear esa censura, parece decirnos ese estudio preliminar, será tan creativo como la propia creación pues en tal empeño se vislumbra el compromiso del autor con su obra (desaparecida ya la censura oficialista queda entre nosotros hoy una actual y más sutil censura que se manifiesta en forma de modas culturales y mercantiles, y que tampoco es fácil superar. Pero tenemos novelas escritas con el rigor y el regusto de lo clásico como ésta, que más allá de un novelar como mecanismo al servicio de la distracción, nos invitan, igual que Cristóbal Colón, a descubrir un mundo que amplia el nuestro... Por eso esta reedición crítica tiene tanta vigencia como actualidad).

Asimismo ese estudio introductorio disecciona la obra con fina erudición, muestra su carácter fundacional en el conjunto del quehacer narrativo de Marsé, recupera entrecomilladas frases y opiniones del autor plenamente engarzadas en el discurso teórico, ilumina su modo magistral de conjugar lirismo y sordidez, contextualiza el argumento y la repercusión de la obra y nos hace ver que el mundo encriptado de la infancia y adolescencia tiene su bella hermenéutica en el mundo de este novelista con vocación de permanencia.

Del mismo modo el análisis crítico incide en el invento marseiano de las adventis –que no son sino fabulaciones que hacen los jóvenes protagonistas sobre episodios concretos observados y reelaborados imaginativamente, casi rayando en el esperpento a veces, para hacer frente a la cruenta realidad que les toca sobrevivir-. Pero más que un recurso para superar brillantemente las tentaciones del maniqueísmo, hoy, en medio de tantos discursos sobre los nuevos formatos como desencadenante del fin de la novela como tal, bien parece eso un alegato más del autor en favor del arte de relatar, y un modo diferido de hacer ver al lector cuanto de terapéutico, de iluminador, de frenazo del impacto de lo adverso y de intensificación de lo satisfactorio hay en el proceso de relatarnos lo que nos pasa... En efecto, frente a la voracidad de la felicidad y la infelicidad, el benéfico arte de narrar nunca tendrá fin, y así nos lo enseñan los muchachos de Marsé.
Releída hoy Si te dicen que caí es un suculento alegato moral que nos recuerda que la imaginación es el instrumento del que dispone el ser humano para mejorarlo todo.

No se la pierdan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario