martes, 3 de mayo de 2011

OBRAS COMPLETAS de Mariano J. Larra

¿Un articulista vigila nuestra vida?
La reciente publicación en dos lustrosos volúmenes de las obras completas de Mariano José de Larra –Editorial Cátedra, colección Aúrea, introducción y notas de Joan Estruch Tobella-, puesto que supone la vindicación y reivindicación académica definitiva del primer autor español que se ganó la vida haciendo literatura en los periódicos, invita a reflexionar sobre el papel actual del escritor dentro de esta polifonía discursiva que es el periodismo.

¿En un periódico el articulismo, en el que el periodismo se cumple, es actualidad más pensamiento e incluso a veces sentimiento, o la diferencia entre el discurso del periodista y el del escritor estriba sólo en el ritmo? ¿Y qué decir sobre la literatura periodística y su poder para vigorizar el uso óptimo del idioma? ¿El escritor que, como Larra, se esfuerza por desarrollar su vocación y mundo en los periódicos pierde la batalla con frecuencia por estar combatiendo en territorio extraño?

Revisada ahora –más allá de su mediatizada condición de hoja de ruta de del suicidio de un genio- la obra que Larra, como la de González Ruano o Umbral en nuestro tiempo, genera ese respeto a lo sublime que se desprende de los clásicos a pesar de haber sido publicada fundamentalmente en periódicos. Pero a la vez nos da buena cuenta de que un medio como el periodístico, con sus constantes exigencias dinámicas, con su inmediatez y su fugacidad, puede ser también un excelente vehículo para tomar literariamente partido en las batallas ideológicas de nuestro tiempo, y para enarbolar una prosa exigente no circunscrita al presente diario.

La realidad diaria, más aún en nuestro convulso mundo de hoy, es de por sí tan diversamente excéntrica que la capacidad de impacto de la prosa del periodista viene a menudo dada por el tema. Pero en medio del caos de la actualidad el articulista, como Larra nos enseñó y nos recuerda, además de invitarnos a una reflexión sobre las noticias también ha de recordarnos sin decirlo que el talento o es heterodoxo o no es nada, y que el estilo no lo da el medio en el que se escribe sino que “el estilo es el hombre”.

En este sentido los escritores de periódico aún nos demuestran que, en medio de esa sobredosis de realidad que es la información, el serenos discurrir de una prosa analítica, poliédrica y literaria se convierte en la corriente de un río emocionante. De hecho las figuras sobresalientes del periodismo literario heredero de Larra como un nuestro siglo son Azorín, González Ruano, Delibes, Umbral, Vargas Llosa, Millás, Del Pozo y muchos otros, no son sino hondas de ese gran río estético radicado en los periódicos.

Un articulista vigila nuestra vida.

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