martes, 3 de mayo de 2011

NUEVAS SEMBLANZAS Y GENERACIONES, de Luis Antonio de Villena

Quienes conocemos las querencias que enriquecen la literatura de Luis Antonio de Villena miramos a veces con enamorada minuciosidad al París de los locos años 20: en ese momento creativo esplendoroso, imperecedero, encontramos referencias y respuestas que nos iluminan sus libros, los cuartos de pensión u hotel, el mundo.

Así en la reciente publicación NUEVAS SEMBLANZAS Y GENERACIONES (Ed. Pre-textos) el propio Luis Antonio nos asegura en el prólogo que se trata de un libro de retratos de escritores –desde Jorge Guillén a Antonio Lucas-, y que ha tomado el título y un poco la idea primigenia de otro libro de retratos de cortesanos escrito en el siglo XV por Fernán Pérez de Guzmán. Sin embargo, al leer estas fragmentarias memorias mitómanas suyas –es, ya digo, una sucesión casi cronológica de retratos psicológicos escritos desde sí mismo, con conocimiento retroactivo, con evocadora fascinación, con un rico sentido de la amistad y de lo perdurable, y los cuales conforman en conjunto cierta galería de celebridades que dejaron huella en el autor- uno no deja de pensar concretamente en el género del retrato literario, tan periodístico, tan propio de la ciudad de los pintores cubistas y tan frecuentado por las escritoras fatalmente deliciosas de ese París de las vanguardias vitales (por citar sólo dos ejemplos está traducido al castellano y publicado por Anagrama el libro de Djuna Barnes PERFILES, sucesión de retratos literarios con el enjoyado estilo de la autora que algo tiene que ver como propuesta con estas magnéticas semblanzas de Villena, como también tienen que ver las cartas desde París de Jannet Flanner, igualmente retratos más impresionistas que descriptivos de gentes del mundo de la cultura, igualmente publicadas antologicamente en castellano, por Alba Editorial, con el título de PARÍS ERA AYER…).

Este libro de Villena sin embargo posee menos inmediatez y más ternura y conmovedora admiración que los de las mujeres de la Rive Gauche, y se nos ofrece de hecho como un panorama tan incisivo, tierno, crudo, palpitante y esclarecedor como la propia vida.

Los retratos aquí contenidos, aunque con la homogeneidad discursiva que es sello de Villena, son tan distintos como los personajes sobre los que versan, desarrollan anécdotas, emiten juicios de valor, reflejan estados de ánimo, peso emocional, distancia o cercanía, coordenadas estéticas y la acostumbrada inteligencia del autor. Es difícil pues hablar de alguno de estos retratos en concreto porque tienen sentido en conjunto, componen un mosaico y enseñan indirectamente que el canon es siempre algo personal, pero me ha impactado el de Leopoldo María Panero por lo que se dice sobre el malditismo y la existencia, por ejemplo, el de su hermano Juan Luis por su poso de hedonismo sin complicaciones, el incisivo y aún así cariñoso de Pere Ginferrer que habla de su primera esposa y sus ácidos comentarios, y el de Luis Muñoz, tan hermoso.

He aquí un útil documental sobre el mundo literario en el que nadie es demasiado ilustre; donde todo es fieramente humano. Y sin embargo he de señalar que conforme avanza uno leyendo los retratados, y los retratos, ganan al rezumar un menor acento clásico y un mayor y más inquietante realismo sin cálculo…

Como ver a algunos de los escritores que amamos a través de un diamante es leer esta joyita; este libro-puzzle.

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