martes, 3 de mayo de 2011

HACHES MUDAS de Carmen Gómez Ojea

Aunque no lo parezca en todo cuento de hadas hay una historia dura –casi una novela social- y también un tratado sobre la felicidad. Pues un cuento de hadas moderno es la última novela publicada por una de las escritoras más independientes e interesantes de nuestro tiempo, Carmen Gómez Ojea. Se trata de una novela perturbadora, preciosista, humanizante y de trama frenética titulada “Haches mudas” (Editorial Linteo).
Es la historia de Amada, una niña cándida e imaginativa introducida por su abuela en el mundo de la cultura y la lectura pero repudiada por su familia política cuando su padre se casa en segundas nupcias. A partir de ahí Amada “ la Chucia” se convierte en una indigente golpeada por la vida; una sobreviviente endurecida por las circunstancias pero capaz de enseñarnos muchas cosas sobre los límites de la realidad, sobre la calidad de la amistad, sobre la fantasía como fuente de alivio y sobre nuestra privilegiada existencia.
Amada, en su deambular por las calles, va conociendo a otros personajes que, como en los cuentos de hadas, poseen nombres mágicos: Armonía, una transeúnte pedigüeña que por el día se viste de hombre para tener mejores oportunidades, Solfeo, la perra fiel de Armonía, Galaxia otra peculiar desheredada, Felicísima, Guija, la pedigüeña alcohólica cuyas alucinaciones propias la aterran, Cancán, la hermana que vive en París y, como en todo cuento de hadas, también hay malos temibles de nombres puestos como a juego como Pedro Garrote o Fausto Manteca. Incluso los personajes secundarios tienen nombres que revelan el preciosismo verbal con el que esta novela está escrita como el Doctor Mir y la Doctora Pus, por citar dos curiosos ejemplos.
Los puntos de giro argumental de la novela los van dando los personajes benefactores que, en los peores momentos de su desarraigada existencia, se va encontrando Amada como Agripina, una costurera de buenas condiciones éticas y que sabe historias de duendes. Esta buena persona la ayudará emocional y materialmente durante un tiempo. También Blancanieves, otra benefactora, y la Madrecita que les deja a los desheredados el portal abierto para que duerman.
A pesar de la indudable dureza el argumento, muy ágil y contado con un virtuoso fluir de la conciencia que imprime tono cercano, todo está salpicado de fantasía, de sueños, de ternura y de ingeniosas metáforas: “la vida seguía. Teníamos nuestros más y menos pero éramos amigos y amigas, camaradas de desdichas, hermanos y hermanas del infortunio, y nos gustaba encontrarnos”, dice. “La dueña es una asquerosa a la que no trago ni con sorbos de champán y no quiero verle de cerca su hocico de ratona” dice también. Y “la mitad de mi corazón se murió con mi abuela la buena, y la otra mitad se la llevó Loreto con ella. Me quedé descorazonada y sola en medio de las fieras, pero encontré a mi gente, la gente de la calle, mi gente del portal que nos abría la Madrecita. Lo de Solfeo me partió de nuevo el corazón que creí que me había nacido”.
Acaso estas citas, tomadas al azar, dan cuenta de la prosa imaginativa y tierna de esta novela que narra la historia de Amada contada por ella misma. He aquí, a su altura, la novela que nunca podría haber escrito Camilo José Cela; la novela sobre un Pascual Duarte femenino.
Carmen Gómez Ojea, Premio Nadal, Premio Tigre Juan, Premio librerías feministas, Premio Carmen Conde de poesía y exitosa autora de narrativa infantil, hace en “Haches mudas” un compendio de todos sus registros al lograr al mismo tiempo, como decíamos al principio, una novela social, un cuento de hadas y, en el fondo, un tratado poético y filosófico sobre la felicidad.

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